domingo, 30 de noviembre de 2008

“Como arriba es abajo…”

Sobre este artículo que salió de mi hace 18 años, haré algunas anotaciones en color verde. El artículo habla de la dualidad de cómo somos dentro y cómo nos presentamos afuera.

Hace un tiempo, en el programa de radio en que participo, oí a Carmen Imbert leer y comentar unas estadísticas de niños de la calle asesinados en Colombia y Brasil por escuadrones de la muerte, como método de “limpiar” la sociedad. Mi mente fue asaeteada por miles de preguntas y reflexiones. Sentí la necesidad de usar esa realidad horrorosa y criminal para desnudar una de nuestras actitudes erróneas básicas:

Tenemos, como individuos, realidades internas urgentes y atroces que no enfrentamos y, en cambio, estamos siempre analizando, criticando y enfrentando realidades externas a nosotros. Y esto ocurre a todos los niveles.

Hay microcosmos y hay macrocosmos. Y ambos están absolutamente interrelacionados. Yo, como microcosmos, contemplo internamente los mismos asuntos que contempla la sociedad que es el macrocosmos social en el que estoy inmersa. Y ambos somos componentes del macrocosmos natural que es la vida del planeta. El planeta, a su vez, es un organismo al interior de un sistema solar y que también es componente de un universo que....

Sufrimos, a nivel social, de excesos y privaciones, de falta de justicia, de contaminación, etc. Vociferamos y, a veces, actuamos en contra de las empresas que lanzan químicos en los ríos y mares y matan la fauna marina y, sin embargo, ingerimos cotidianamente productos preparados con muchos químicos que contaminan nuestros ríos internos, matan nuestra flora bacteriana y van minando nuestra salud. ¿Cómo compaginar beber Cola, sazonar con "caldito" y estar seriamente preocupada por la contaminación de los mares? o ¿fumar y contaminación del aire? o ¿horas de tele del adulto vs. horas de compu-juegos del niño? Contamino la atmósfera interior y critico la contaminación de la atmósfera global, me contamino y aconsejo a mis hijos no hacerlo...

Muchos y muchas hemos actuado de múltiples maneras en contra del crimen y del autoritarismo y hemos empleado mucha saliva y mucha letra hablando sobre las injusticias. Y qué bueno que lo hemos hecho. Más ¿cuánto tiempo hemos invertido en observar los abusos que cometemos contra nuestros cuerpos y mentes? ¿Cuántas horas al día pasamos sometidos a relaciones y prácticas disfuncionales que van silenciando nuestra creatividad, tranquilidad y autoestima? Siempre encontramos buenos argumentos para seguir, argumentos que nunca sometemos a análisis porque si lo hacemos encontraríamos cuán huecos y vanos son y nos quedaríamos desnudos frente al error. Parecería que creemos que lo de afuera es importante y lo de adentro no lo es. Sin embargo, lo de afuera es una construcción de lo interno.

Cada humano somete su microcosmos a muchas de las cosas que critica ardientemente en el mundo de afuera. Somete a sus hijos y subalternos a las mismas relaciones de desigualdad a que está sometido por las instituciones de poder. Es más fácil practicar la revolución en el macrocosmos que en nosotros mismos. El cambiar cualquier pauta de vida es asumido como difícil y se enfrenta con un discurso de desesperanza. Cuán común es la frase “es que yo soy así” significando que así nacimos y es un hecho inalterable. El único cambio del que soy absolutamente capaz es el cambio interior. Cuando una cantidad significativa de individuos cambia, la sociedad lo hace con ellos y ellas.

La humanidad necesita los movimientos que se dedican a solucionar los problemas que la aquejan. Y para que estos movimientos existan es necesario que cada uno de nosotros ejerza su responsabilidad social y trabaje para mejorar la vida en sociedad. Más, parte integrante de ese trabajo tiene que ser operar los cambios en nosotros mismos y ofrecernos como ejemplo de seres humanos.

Cuando sacamos el odio y la rabia de nuestras vísceras, cuando dejamos que el amor invada nuestro ser, no generamos las emociones y sentimientos que nos llevan a apoyar guerras y matanzas o que pueden llevarnos a maltratar a otros o a convertirnos en matadores de los que representan miserias.

Hace mucho escuché una canción que decía "solo la paz trae la paz, la guerra engendra guerra..." En un mural encontré una nota de alguien preguntando si había un verbo para PAZ, así como lo hay para Amor, Comida, Beso, Golpe, etc. No lo hay, los verbos de PAZ hablan de movernos de fuera de ella hacia ella (pacificar, pacify, apaciguar, appeace, hacer las paces) , no de ser Ella o estar en Ella...

(Publicado en Hoy, 13 noviembre 1995, p. 8C)

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