domingo, 1 de mayo de 2011

Silencio

El Caribe me publicó estos tres artículos entre enero y marzo del año 2001. Hablan sobre el SILENCIO como camino y medicina.

EL CORAZÓN NECESITA SILENCIO

Meister Eckhart, monje cristiano del medioevo, dijo que “no hay nada en el universo que se asemeje más a Dios que el silencio. Es vital para el corazón humano. El corazón humano no puede vivir en constante sonido o ruido. Necesita silencio para sanarse a sí mismo. Las únicas dos cosas que son finalmente requeridas para la vuelta al hogar espiritual son quietud y silencio.”

“Vuelta al hogar espiritual” es lo que andamos buscando una gran cantidad de personas ahora mismo, esto es centrarnos, vivir desde el centro interno. El silencio nos lleva de vuelta al hogar. La vida moderna en las ciudades nos hace recorrer un camino opuesto al anterior, nos saca del centro y nos lleva a la superficie de nuestro ser, donde nos la pasamos correteando y reaccionando a las múltiples demandas del ambiente. Reaccionando no respondiendo. Reaccionamos a partir de las pautas culturales arraigadas y que no hemos repensado y evaluado para saber si verdaderamente tienen valor y sentido para nosotros. Reaccionamos a partir de nuestros miedos, que son muchos. No quedarnos fuera de la competencia, por ejemplo, es un miedo que mueve a muchos profesionales a llenar sus agendas de reuniones y eventos que no les interesan a nivel profundo, pero que supuestamente los mantienen “en el medio”.

Esta vida moderna, a la que muchos cantan fascinados, es el escenario donde aparece algo que ha dado en llamarse “stress” y que ya aparece en las investigaciones médicas como uno de los principales impulsores de las enfermedades que están diezmando a la humanidad.

Entonces hacer el camino de vuelta al hogar es la clave de este tiempo. Ahora, ¿qué es el hogar? En sentido estricto, es la casa donde habita la familia o el sitio donde se coloca la lumbre en la cocina o chimenea. Esto nos habla de calidez, de lugar agradable, de protección, de seguridad. En sentido simbólico, el hogar es de donde venimos y donde habitamos. ¿De dónde venimos? Del vientre materno, de Dios, del Misterio, de lo infinito y absoluto. No podemos volver al vientre, más sí podemos volver al Misterio de Dios. Volver a Dios no implica morir, sino aceptar que la expansión espiritual dirija nuestra vida. Vivir la vida desde lo que Dios significa. Muchos quieren encontrar esto a partir del intelecto, buscan en libros, piensan y discuten mucho sobre lo que dice este o aquel libro, profeta o santo. El intelecto es una carretera estrecha y llena de trampas.

El silencio es un camino abierto hacia la recuperación del centro. Hacer silencio fuera y dentro y observar que ocurre. Entender que lo que ocurre sólo ocurre, registrarlo sin juzgarlo y así aprendemos quienes somos y como es el mundo que nos rodea. El silencio y el conocimiento sabio traen paz, aceptación y fortaleza para vivir las dificultades.

Hay lugares, personas y herramientas que nos pueden ayudar a introducir el silencio en nuestros días. Podemos aprender solos o acompañados.

(Publicado en El Caribe, 1 enero 2001, p. 11)
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LA MEDICINA DEL SILENCIO

La medicina de avanzada ha encontrado que el silencio interno es cura para las dolencias provocadas por el estrés. Y, así, la práctica de silencio se convierte en parte importante del tratamiento que aplica.

El Dr. Herbert Benson recomienda la práctica de meditación u oración contemplativa diariamente. El Dr. Benson es uno de los líderes mundiales en la investigación médica sobre el estrés y tiene su asiento en la Universidad de Harvard (EUA). El Dr. Jon Kabat-Zinn dirige un Programa de Reducción del Estrés dentro del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts. Como parte del tratamiento, los pacientes realizan ejercicios de relajación guiada durante 45 minutos diariamente. El Dr. Larry Dossey ha hecho investigaciones sobre la positiva influencia de la oración en la sanación. Estos tres médicos tienen fama internacional y han publicado varios libros presentando sus ideas y hallazgos.

El Dr. Benson ha investigado a personas que por años han practicado la contemplación y a personas enfermas que aprenden a practicar la contemplación y los cambios que esto provoca en su salud. Y también ha estudiado los diferentes caminos de silencio, buscando las pautas que se repiten entre ellos. Una cita que presenta en su libro The Relaxation Response y que comprende gran parte de la sencillez de la práctica es la siguiente tomada de escritos de los antiguos padres griegos del cristianismo:

“Siéntate solo y en silencio. Baja tu cabeza, cierra tus ojos, respira con suavidad e imagínate que miras tu corazón. Al expirar, di ‘Señor Jesucristo, ten piedad de mí.’ Dilo, moviendo tus labios suavemente, o simplemente dilo en tu mente. Trata de poner a un lado todos los demás pensamientos. Estate quieto, se paciente y repite el proceso con mucha frecuencia.”

El Dr. Kabat-Zinn, por su parte, dice que “no hay drogas que te van a hacer inmune al estrés o al dolor o que van a disolver mágicamente tus problemas y promover sanación.” El enseña a sus pacientes a practicar la atención y el desarrollo de la conciencia del momento presente, y la herramienta fundamental que usa es la práctica de la relajación en la cual la mente guía al cuerpo en el reconocimiento de su situación y en el soltar la tensión.

El Dr. Dossey, en su libro Recovering the Soul, afirma que la mayoría de las tradiciones religiosas conceden a la oración “un potente poder de curación” y que la oración tiene una historia larga y honorable de intervención en la enfermedad. Tanto él como muchos otros investigadores de la oración han encontrado evidencias sorprendentes de que la mente puede actuar sobre la materia en formas decisivas, tan decisivas como de vida o muerte.

La oración contemplativa y la meditación son un camino de salud integral. Ahora, estamos presentando el silencio desde una rama, su influencia en la salud. Más el silencio interno es el camino hacia Dios. Ahí, en las profundidades de nuestro ser, nos encontramos con Dios, pura y simplemente, aguardando por nosotros.

(Publicado en El Caribe, 20-21 enero 2001, p. 11)
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¿DÓNDE ESTÁ EL SILENCIO?

Recomendé en el artículo El corazón necesita silencio, que se publicó aquí el 1ro de enero, “hacer silencio fuera y dentro y observar qué ocurre”. Y alguien me preguntó cómo rayos lograr silencio viviendo en una ciudad tan ruidosa como Santo Domingo, dime a donde ir.

Es cierto, la gran ciudad atenta contra nuestro esfuerzo de recogimiento. Vivimos una cultura bastante ruidosa, y en un tiempo de demasiadas voces con ofertas de todo tipo, raras veces de paz. El silencio interno es la mejor medicina para encontrarnos a nosotros mismos, aclarar nuestro camino y nuestra misión en la vida, y para el encuentro con Dios. Y, como efecto secundario, una de las medicinas por excelencia para el estrés, y esto ha sido científicamente demostrado en investigaciones.

La primera respuesta a la pregunta original es que no hay que irse a ningún lugar porque en donde quiera que estemos podemos entrar en el silencio.

La segunda respuesta es que es importante buscar ayuda para el entrenamiento en el silencio interno y para ello tengo dos opciones maravillosas y dominicanas.

Una es la Casa de Silencio y Oración Centrante, una institución católica que promueve la oración contemplativa en la antigua tradición mística de los Padres del Desierto. Ofrecen varios retiros de diferente duración durante el año y los mismos son oportunidades para revisar nuestras vidas y provocar cambios deseados.

Otra solución es pasar unos días en el Monasterio Cisterciense Santa María del Evangelio, ubicado en las montañas de Pinar Quemado, Jarabacoa. En ese remoto lugar, al final de un camino, viven once monjes de diferentes lugares del mundo, en constante oración y trabajo contemplativo.

Los monjes son una experiencia exquisita para quienes buscan el silencio. Ellos han vivido por muchos años en esa vida “lejos del mundanal ruido”, viven en la realidad, pero en una dimensión paralela a la de la sociedad que hemos construido. Los monasterios son puntos de irradiación de paz para el planeta y los monjes son un cuerpo que ha existido por más de mil años. Aún antes del origen de cada orden hoy conocida, ha habido seres humanos retirados viviendo en armonía con Dios y su creación. Entonces cuando uno entra al monasterio uno se conecta con un camino muy antiguo hacia Dios, una avenida, diría yo.

Ahora, el asunto no es que en el monasterio y en los retiros se puede sentir a Dios y aquí abajo en la ciudad no. He aprendido que puedo sentir a Dios igual de fuerte en mi casa o manejando un vehículo en la alocada Santo Domingo. Todo depende de mí. Sí es cierto que en el retiro es más fácil porque hay menos obstáculos externos, menos invitaciones a escapar y todo está preparado para el silencio.

Sin embargo, también en el silencio del retiro o monasterio podemos vernos y escucharnos con mayor claridad ya que hay menos barreras, y esto a veces da miedo, por eso nos llenamos de quehaceres (ruido) constantemente.

(Publicado en El Caribe, 24-25 marzo 2001, p. 11)