domingo, 25 de abril de 2010

Xiomara Fortuna - Paseando. Bellas Artes, 24 abril 2010

"pero la calle será la calle..."

Xiomara, Xiomara… Santísimo cuanta fuerza! Todavía estoy volviendo en mi. Xiomara Fortuna, te la luciste anoche Paseando en Bellas Artes. Demasiada fuerza, demasiado color, amor y sabor en un solo concierto.

La Gran Madre te bendice y te pare en cada canción, Xiomara de la voz profunda y antigua. Tu voz sale de las cuevas con fuego donde habitamos, dormimos y cocinamos antes. Tus canciones pasan directamente de la vida cotidiana y de dimensiones arquetípicas. Oh Xiomara, te adoro, como siempre, te adoro.
Siento la vastedad de la Vida de mi isla en ti. Gracias, gracias, gracias.

“Agua de mayo, agüita, déjate caer, moja mi suelo de agua que quiere reverdecer”

Amigos y amigas, compren el disco y canten sus canciones.


sábado, 10 de abril de 2010

Mi héroe ha muerto

Hace unos días, hurgando entre archivos en mi computadora, encontré dos escritos que hice días después de la muerte de mi padre.
José Manuel Eusebio Caraballo murió el miércoles 16 octubre 1996, en la mañana, a la edad de 82 años. Lo ayudé a morir y la vivencia fue dolorosamente hermosa y profunda.
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Llueve y salgo a ver la lluvia. Luego del miércoles 16, salgo obediente a ver la lluvia cada vez que cae, porque a través de ella hablo con mi padre.

Su cuerpo quedó vacío de vida ese miércoles, y ese día fue enterrado en donde él ya había dispuesto.

Llovió durante el cortejo fúnebre y siguió lloviendo de cuando en cuando, a veces creo que solo en mi cuadra. Y cada vez salgo afuera y puedo hablar con Manuel.

Hoy al hacerlo entendí más sobre mi pena. La niña interna está enfurruñada dentro de mí, silenciosa, huraña y desconfiada, porque su héroe se fue otra vez, y ella sufrió mucho la primera vez que él estuvo lejos.

Una vez, hace muchos años, cuando reinaba el gran tirano, Manuel fue vigilado por “cepillos” del SIM. Según oí, tenía un primo que participaba en actividades antitrujillistas y tenía casi su mismo nombre.

Manuel decidió ir a trabajar a Venezuela y llevarnos cuando ya estuviera establecido. Eso fue en el 1957. Según oí, y son recuerdos infantiles, el señor José Antonio Jiménez Álvarez, de la Compañía Azucarera Dominicana, que valoraba bien su trabajo, habló con alguien en el gobierno para que no lo molestaran más. El señor Jiménez Álvarez escribió a mi padre informándole sus diligencias y mi padre decidió regresar entendiendo que la vida aquí era mejor para mi madre, mi hermana y yo.

Volvió con fotos de serpientes, amigos e ingenios de azúcar en medio de la selva. Esos meses sin él fueron dolorosos. Los demonios atacaron con más fuerza: las pesadillas nocturnas se volvieron insoportables hasta llegar a un evento cumbre que vine a recordar al cumplir 40.

Hoy con mis 46 años puedo vivir sin él, ya no me resolvía ningún problema concreto, con una excepción, cuando iba al Acueducto a pagar su servicio de agua potable, pagaba también el mío ($100). Fuera de comer los domingos, no teníamos actividades comunes, no conversábamos mucho, no nos acariciábamos mucho, el nuestro era un amor silencioso.

Compartíamos principios de vida, actitudes, comportamientos y un montón de cosas más. El fue mi gran modelo de socialización. Me dio seguridad y estabilidad.

Él era como pensaba, de un solo rostro, sin aspectos escondidos, sólo sus lágrimas, no sabía llorar. Su honestidad era absoluta, permeaba todas las áreas de su vida, aunque admito que lo vi dar unos pesitos a policías de tránsito que lo molestaban y, una vez, teniendo yo 9 años, me prometió 5 centavos si comía un poco de berenjena y lo olvidó.

Fue mi maestro diario al hacer las tareas, sabía de todo un poco, tenía una mente extremadamente lógica, nada escapaba a su observación, aunque hablaba muy poco.

Era grandote y, para mi, muy hermoso. Aun, en sus últimos momentos, con respiración breve y semblante amarillento, lo veía tan bello, tan honorable, tan digno, tan profundo.

Mi héroe cruzó el río de plata y siento que su energía me acompaña. A veces me aconseja y sus consejos son del mismo corte: sabiduría, observación, tolerancia, paciencia... sólo que ahora me llevo de él sin chistar, mi rebeldía adolescente, mi autodeterminación leonina no opera mas frente a él.
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Después de la muerte de mi padre lloro por todo, oigo a Silvio… suena Alma Llanera... lloro y lloro.

A veces creo que lloro por los dos, ya que él no lloraba. Aprendí a ser así y era cómodo no bregar con muchos de mis propios dolores. Inconscientemente, aprovechaba y lloraba los de mis amigos, y pienso que procesé lo mío a través de ellos. Ahora que ha muerto mi padre lloro por todo, la compuerta esta desencajada de sus goznes y no puede contenerlo todo, hay filtración.

Por no bregar con emociones no conozco muchas historias, como aquella de la muerte de su padre. Su padre murió en sus brazos siendo mi padre un niño de 11 años, y esto lo supe en mis cuarentas leyendo unas páginas escritas por su tío Eliseo. No pudimos hablar sobre esto, hubiéramos llorado como locos. Preferí llorar sola y ahora que él ha muerto sé que lloramos juntos por todo lo que amamos. ¿Cuanto tiempo duró mi padre con el suyo muerto en sus brazos? ¿Que le dijo antes de morir? ¡Oh Dios cómo extraño a Manuel!

El dolor me atraviesa el corazón y la cabeza. La certeza de no verlo más me mata y fue tan tranquila y hermosa su muerte. Aún en la muerte apenas hablamos, dije solo lo que él necesitaba oír para soltar e irse tranquilo y confiado, todo el resto fue silencio y comunicación de nuestros seres internos.

Dos noches antes de morir me dijo “quédate” y fue su primera solicitud de caricias en toda mi vida.

Le ponía muchos cojines y almohadas, lo ayudaba a sentarse y recostarse y lo abrazaba. Pegaba mi tronco al de él para que descansara contra mi y lo acariciaba. Así pasábamos las horas de la madrugada en los breves días antes de su muerte. Mi espalda escoliótica se cansaba mucho y dolía, pero lo podía acariciar largamente y sentirlo completamente mío como cuando era niña. A veces, luego de varios intentos débiles de acomodarse mejor, se iba rodando hacia el borde de la cama. Yo temía que perdiera la estabilidad y él era muy grande para yo sostenerlo sola. Entonces quise acostarlo y él me dijo “quédate”. Esa palabra ha sido más importante que títulos de estudios, honores y reconocimientos recibidos. Es este el reconocimiento que ha llegado más profundo, el de mi padre solicitando que me quedara acurrucándolo en su lecho de muerte.

Así como Dersu Uzala guió al capitán explorador por las tierras de Siberia, ayudé a mi padre a caminar el camino de la muerte y se fue tranquila y suavemente. Abrió sus ojos grandes y miró hacia arriba. Cómo me gustaría haber visto lo que sus ojos miraban en ese momento. Pero estoy ciega todavía. No me apena que se haya pasado al otro lado del río, sé que ahora está sano y ligero. Es un pedazo de mi alma que se siente despedazada, aterrorizada, confundida, sin su antiguo protector. Cuando era niña y me acosaban las pesadillas, él siempre se levantaba a despertarme y darme confianza y protección.

viernes, 2 de abril de 2010

Jueves Santo 2010

Es Jueves Santo. En el Diario Libre llega una edición especial de la Revista Rayo de Luz (Semana Santa 2010), con las lecturas bíblicas correspondientes a los días jueves a domingo. La hojeo y decido leer la primera lectura de hoy jueves, Libro del Éxodo capítulo 12, versículos 1-8 y 11-14.


…… ¡Santo Dios!


El Señor instruye a Moisés y Aarón que avisen a los judíos lo siguiente: en un día dado, cada familia debe comer la carne de un cordero o cabrito macho y “sin defectos”; y deben rociar su sangre en el frente de la casa que habitan. El Señor visitará el lugar en la noche de ese día para MATAR a todos los “primogénitos de hombres y de animales”. Las casas manchadas de sangre no serán tocadas.


¡Madre mía! Cuánto amor por unos y desamor por otros.


Claro está que no es la primera vez que escucho esta historia, pero siempre me sorprende y agobia porque en el seno de mi familia aprendí a Dios INFINITAMENTE amoroso. Estudié en colegio de monjas desde el cuarto de primaria hasta el cuarto de bachillerato, y el Antiguo Testamento siempre me sonó primitivo y extranjero.


Recuerdo que el Viernes Santo del año pasado, estaba yo en una misa en el tope de una montaña en el Sur profundo, y una de las mujeres presentes leyó esa lectura sangrienta. La amiga rubia en el banco delante de mi volteó su rostro y me miró con horror. Habíamos pasado unos días de mucha paz y recogimiento interno y la lectura nos hizo mucho RUIDO.


Lágrimas corrieron por mis ojos. Tanta guerra y odio en nuestra historia humana… Enseguida pedí prestada una libreta a la amiga de mi izquierda (siempre carga libretas muy bonitas) y escribí lo siguiente:


hoy abandono la casa de mi Padre
hoy la hija se retira
no más muerte y desolación
en nombre de Dios
hoy la hija se dedica por siempre
a celebrar la Tierra
y sus criaturas todas
mi corazón llora
abandono la casa de mi Padre
no más muerte y justicia
en nombre de Dios
hoy celebro la Vida
y la multiplicación
perdóname Padre si puedes
hoy me voy
por los caminos de mi Madre
a danzar en los bosques y las cuevas
alrededor de los fuegos sagrados
y a compartir
con todos los hermanos y hermanas
bípedas
cuadrúpedos
aladas
que se arrastran
los del Reino Vegetal y los del mineral
los elementales y los más sutiles
hoy abandono la casa de mi Padre
y celebro la Vida plena.
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Dios no es padre ni madre, simple y esencialmente ES. Si el Padre del Antiguo Testamente continúa guiando el corazón humano, seguiremos odiando y sintiendo prejuicios por algunos grupos y nacionalidades. Todos somos hijas e hijos de la Esencia infinitamente Amorosa.