domingo, 6 de mayo de 2012

érase una vez un bonsái

Un hombre buscaba jirones de su alma que se habían quedado en los caminos recorridos, puso sus manos a crear, hizo muebles, reparó objetos, crió bonsáis... Algo encontró que alivió su dolor y regaló sus creaciones. Un particular bonsái llamó mi atención en casa de una dama, una uva de playa en bandejita de arcilla. La solicité como regalo para plantarla en mi jardín, la dama concedió, pero me dijo que esa planta no crecería, que ya estaba estropeada. Yo me sonreí, la planté y hoy es un árbol tan enorme y hermosa que ha dejado atónitos tanto a la dama como al hombre.
Uva de playa florecida