“Todos los seres humanos en
proceso de despertar, es decir, tanto los conscientes como los inconscientes,
tienen, al igual que las rosas de un rosal, una misma raíz. Y no todas las rosas
se abren al mismo tiempo. Por ello, cuando llega el momento, y no antes, las
personas florecen y viven momentos de cambio y crecimiento.
“El terapeuta que a su vez
ejerce de profesor y maestro, conviene que tenga claro que no va a salvar a
nadie, porque si esa rosa debe vivir cerrada, razones tendrá el universo para
tal destino; pero lo que sí puede hacer por los seres humanos es aliviarlos. Es
delicado pensar que vamos a salvar literalmente a alguien, porque todo el mundo
está ya suficientemente salvado, haga lo que haga. En todo caso, aliviamos y facilitamos
una reparación regeneradora de esa rosa que, mediante el abono, puede abrir sus
pétalos para emitir su aroma y recrear su belleza. Es por ello que el
terapeuta, al igual que el jardinero, recrea las condiciones posibles para
hacer remitir el dolor, aportando claves de autoconciencia y reorientación.”