(Charla presentada en el panel “El
Resurgimiento de la
Búsqueda Espiritual en los Finales del Siglo XX”, celebrado en INTEC, el 8 de mayo de
1998. Los demás participantes en el
panel fueron Denise Paiewonsky, Marcos Villamán, Mariví Arregui y Carlos Dore
Cabral)
El título de este
evento es “el resurgimiento de la búsqueda espiritual en los finales del siglo
XX”, y entiendo que mas que un resurgir, ha habido una expansión de la búsqueda
espiritual. Roger Walsh, médico y
filósofo, dice que “en los últimos años Dios ha tenido un retorno espectacular”
(Wilber, p. 8), y James Redfield, que es sociólogo, dice que lo que está
ocurriendo mas bien es “un diálogo diverso y rico sobre la vida espiritual” y
aclara que “en los últimos días del siglo 20 y del segundo milenio, no estamos
tanto descubriendo nuevas experiencias (aunque también ocurre) sino mas bien tomando en serio experiencias que antes
descartamos o dimos por sentadas” (p. xxi).
Cuántos fenómenos que antes fueron ‘histeria colectiva’ o ‘sugestión’
ahora son objeto de estudio. Por
ejemplo, la meditación que fue considerada “como una huida autista y regresiva
del mundo” (Wilber, p. 11), ahora es entendida, en muchos ambientes
terapéuticos, “como una estrategia de adiestramiento de la atención” (Wilber,
p. 11), interpretación esta que tiene un fuerte apoyo en la investigación
científica. Importantes terapeutas están
apoyando en la meditación sus tratamientos a enfermedades cuyo origen es el
estrés. Un buen ejemplo de esto es el
programa clínico de reducción del estrés del Centro Médico de la Universidad de
Massachusetts, dirigido por un médico (Jon Kabat Zinn) que, al igual que otros
muchos terapeutas, ha practicado la meditación budista por muchos años. Por haberla vivenciado conoce sus efectos y
la ha llevado a los demás.
Esta expansión de las
ideas y prácticas relacionadas a la espiritualidad ha sido vinculada, por la
sociología, a determinadas insuficiencias en el nivel social y a cierta
inmadurez en el plano psicológico. Yo
entiendo que esta visión es completamente reduccionista. Ella puede explicar ciertos casos, mas no el
gran fenómeno. Muchas de las ideas que
hoy están en poder de una gran cantidad de personas, ayer sólo estuvieron al
alcance de adeptos e iniciados. No hay
una regresión hacia un producto de estadios primitivos de la humanidad. El manejo de las masas mediante ideas
religiosas rígidas no dejó nunca de ser fundamental. No creo que se pueda decir que ahora hay una
explosión de esto ya que siempre ha sido un mecanismo importante. La expansión que sí ha ocurrido es la de las
vías de expresión de la espiritualidad, grandes grupos se han zafado de la
rigidez de pertenecer a la religión oficial y de relacionarse con Dios sólo a
partir del representante de su iglesia.
Mucha gente ha recuperado su relación primordial y libre con la
divinidad y ya no la establece solamente a través de los códigos creados sino
también a partir de lo que su ser interno les sugiere. Mucha gente ha recuperado el sentido de lo
divino en la vida cotidiana. Hemos
creado ritos nuevos, hemos rescatado ritos antiguos de las manos de los que se
autodenominaron representantes únicos de Dios, hemos practicado esos ritos
afuera, bajo los árboles, frente al mar, en nuestros hogares y en cualquier
lugar que se nos ocurre.
Quizás el haber
desarrollado el quehacer científico nos llevó a pensar que la evolución
consecuente implicaba la desaparición de toda relación con lo que no podemos
manipular. Ken Wilber, pensador
vanguardia del nuevo paradigma, dice:
“Basta observar el curso de la evolución hasta la fecha: ¡de las amebas al ser humano! Ahora bien, ¿y si esa relación, de la ameba
al ser humano, se aplicara a la evolución futura? Es decir, las amebas son a los humanos lo que
éstos son a… ¿qué? ¿Es ridículo sugerir que el ‘qué’ podría ser realmente
omega, geist, supermente,
espíritu? ¿Qué el subconsciente es a la
autoconciencia lo que ésta al superconciente? ¿Que lo prepersonal cede el paso
a lo personal, que a su vez lo cede a lo transpersonal? ¿Que Brahma no es sólo el fundamento de la evolución sino también
el objetivo?” (Wilber, p. 46).
Recuerdo mis
discusiones con un buen amigo, a principios de los 70s. Cuando analizábamos cualquier fenómeno él
siempre me decía “el hecho es que…” y yo siempre le traía las motivaciones y
las circunstancias que rodeaban al hecho.
Y así nos la pasábamos. El hecho
y sus circunstancias. La espiritualidad
de las cavernas, la medieval, la indígena, la de la colonia, la de hoy, cada
una tiene su historia, todas responden a la búsqueda humana esencial y también a
elementos históricos de cada tiempo. Que
la religión ha sido opio de los pueblos, sí es cierto y también ha sido
alimento. Bueno, pero este no es mi tema
en este panel. Vengo mas bien a hablar
de mi espiritualidad.
¿Quién soy? Respondo culturalmente, digo mi nombre y
apellidos. Ellos sólo significan hoy que
soy hija ‘reconocida’ de un hombre de este apellido y una mujer de este
otro. O sea, ubica mi ascendencia, pero
no responde a la pregunta.
Vivo una vida
cultural. La cultura es un conjunto de fórmulas
de pensar, sentir y actuar y jugando estas fórmulas paso la vida sin saber de
mí, como un actor que olvidó quien realmente es y se confundió entre tantos
papeles actuados.
Vivo dos vidas: la de
los sueños cuando duermo y la llamada ‘despierta’, y se me van los días yendo a
la oficina, al supermercado, a lugares en donde resuelvo acertijos y cuando me
detengo siento que hago lo mismo que observo hacer a las hormigas: caminar como
loquitas pero siguiendo caminos trazados, cargando cosas de un lado a otro todo
el día, todo el día.
¿Qué le da sentido a la
vida? ¿Qué le da sentido a este
insensato caminar, comprar, reponer, comer, repetir interminablemente, como
Sísifo, las mismas tareas?
¿Quién soy? ¿Qué soy?
Parecen preguntas que se quedan ya en el marco de novelas donde sí
aceptamos que los personajes se atormenten con preguntas filosóficas, más
nosotros aquí, en el ‘mundo real’, tenemos muchas cosas que hacer para perder
el tiempo divagando y… bueno… ¿cuál es el ideal? REALIZARNOS.
Sí, suena bien, realizarnos, pero… ¿realizarnos en qué? ¿Siguiendo cuál camino, si no sé quien soy, o
cual es el sentido de mi vida? Quizás no
tengo que saber estas cosas (y ya no hay cosas según la física), la cultura me
ofrece muchas opciones y me invita a escoger caminos de ‘éxito’, pensando que
éxito se mide en bonanza económica y cierta fama.
Quiero decir entonces
algo de mi experiencia ya que ella es mi certeza porque es lo que he
vivido. Y luego he escuchado o leído
sobre experiencias de otras personas y siento respeto por ellas y muchas me han
ayudado a repensar las mías, a probar nuevas cosas a ver a qué saben, a seguir
vivenciando.
He vivido la vida en un
eterno juego entre puertas que se cierran y llevan letreros en ellas y vientos
fuertes que las abren. He entendido el
sentido esotérico de la
Crucifixión : “el espíritu está crucificado en la
materia”. Soy espíritu cristalizado en
cuerpo físico, energía condensada, CONTRAÍDA. Hay muchos planos de vida, el
cuerpo humano es uno de ellos, y tiene su definición, sus reglas.
El espíritu desciende,
desea adquirir nuevas experiencias, sentir, vivenciar, inscribir conocimiento,
y entra al escenario humano y se manifiesta en ser humano, energía
cristalizada. El espíritu se crucifica,
decide vivir al interno de un campo pequeño.
Pensemos en una gaviota que desea conocer sobre la vida en el suelo y me
pide que le corte las plumas de sus alas y queda reducida a caminar sobre el suelo.
¡Qué cansancio y qué limitación ha de sentir!
El espíritu que es pura
libertad, expresión total, por un tiempo se reduce a expresarse en energía
densa. Esta es la escuela humana. Así percibo la vida y entonces de todo lo que
he tenido que vivir he querido encontrar el sentido contingente y el simbólico,
trascendente. Quiero aprender. Es una escuela difícil. Puedo vivirla desde la sensación del estar
condensada, limitada, oprimida, ser pequeña, sin poder, desde la estrechez de
mis posibilidades materiales. O puedo
decidir ser creativa y perseguir lo que espíritu hace tan bien.
Entonces ahí viene la
pregunta ¿desde dónde vivo la vida? Desde mi cuerpo,
comer, dormir, estar físicamente confortable, vestidos… Desde mi mente
racional, pensar, leer, información, la vida es lo que dice la información
‘válida’… Desde mi intuición, soy todo sentidos, no tengo que estudiar, sólo esperar a
que se me prenda el bombillito y muchas fórmulas arcaicas se quedan sin
cuestionamiento… Desde mi espíritu, okey, espíritu no es una capa
más, es mi ser esencial que toca los diferentes niveles de manifestación, o
mejor dicho tanto una manifestación como otra. Es un continuo.
Al decidir vivir la
vida desde lo que es la plenitud de mi ser, las cualidades del espíritu
entonces son importantes en mi cotidianidad: amor, libertad, expansión, transformación,
levedad, profundidad…
El vivir la vida desde
la espiritualidad se hace tan difícil
porque, en los hechos, las ideas fundamentales que nos rigen, esas que están
profundamente enquistadas en nuestro ser, y que nos han llegado desde el
principio hasta hoy y desde todas las fuentes socializadoras, esas nuestras
ideas fundamentales, son básicamente newtonianas. Sí.
Quizás hemos limpiado, en parte, el piso intelectual de nuestro ser, de
influencias newtonianas, pero no es ese plano (el intelectual) el que dirige
nuestra vida. Por ejemplo, el
percibirnos como objetos sólidos sale de nuestra programación newtoniana,
también el percibir el tiempo y el espacio como realidades absolutas. La ciencia newtoniana entendía que todo lo
observado podía ser descrito objetivamente.
Probablemente todos y todas las académicas presentes aquí piensen que la
objetividad absoluta no es posible en el ser humano y, por lo tanto, tampoco en
el quehacer científico, mas, sin embargo, todos tenemos una visión de lo que
llamamos ‘la realidad’ y la defendemos como ‘la verdad’, porque, en última
instancia, creemos que lo que vemos y
entendemos ES la realidad y el creer esto es newtoniano. “Experienciamos nuestros cuerpos en forma
mecánica”. “Definimos la mayoría de
nuestra experiencia en términos de espacio tridimensional absoluto y de tiempo
lineal” (Brennan, p. 22). Y esto de nuevo es newtoniano.
Todos los que estamos
aquí estudiamos en la escuela básicamente ciencia newtoniana a pesar de que
varias otras explicaciones que rompían con los principios de esta ciencia
habían sido ya planteadas, comprobadas y publicadas.
Al inicio del siglo XIX,
con el descubrimiento que se hizo del fenómeno electromagnético y, con toda la
investigación que se desarrolló sobre ello, se llegó al concepto de campo, que fue definido “como una
condición en el espacio que tiene el potencial de producir una fuerza”(Brennan). De acuerdo con esta explicación, el universo
está lleno de estos campos que, a su vez, crean fuerzas las cuales interactúan
entre sí. Este marco teórico científico
nos sirve, por ejemplo, para explicar la habilidad que tenemos de influirnos
mutuamente a distancia y sin la necesidad de usar el discurso o la visión para
ello. Una vivencia que todos tenemos y
puede ser entendida usando esta teoría es esa ocasión en que hemos levantado el
teléfono sabiendo quien llama aún antes de escuchar la voz. El campo de fuerza no tiene nuestros límites
físicos.
Noventa y dos años
atrás apareció publicada, por primera vez, la obra de Einstein sobre la teoría
de la relatividad. Esta nueva teoría
desmanteló todo el armazón de la ciencia newtoniana. Einstein nos explicó que el espacio no es
tridimensional y que el tiempo no está separado de aquel, sino que ambos,
íntimamente conectados, forman el continuo cuatridimensional
‘espacio-tiempo’. También nos contó que
el tiempo no avanza linealmente y que no es absoluto, sino mas bien
relativo. Einstein se ha convertido en
un icono de la cultura postmoderna y anualmente se hacen grandes cantidades de
dinero con su imagen, la de su fórmula y sus frases, sin embargo, como afirma
Barbara Brennan, sus explicaciones no han sido todavía integradas a nuestras
vidas personales. Gracias a Einstein nos
hemos percatado de que somos energía, “energía cristalizada”. La materia y la
energía son intercambiables. Mi cuerpo
es energía.
Al avanzar un poco el
siglo XX, en los años 20, la ciencia investigó el mundo subatómico. Recordemos que sobre el mundo subatómico
existe toda nuestra realidad física. En
este mundo los investigadores encontraron que la paradoja es un
elemento-respuesta básico. (Algo que
parece contradictorio o absurdo pero en realidad está expresando una posible
verdad). Entonces ya la verdad de esto o aquello se ha debilitado y ha
entrado en el escenario lo de tanto/como,
en donde mas que tipos o categorías opuestas encontramos complementos,
complementariedad.
Se encontró la materia
como completamente mutable “y, en el nivel subatómico, la materia no existe con
certeza en lugares definitivos, sino que, más bien, muestra ‘tendencias’ a
existir. Todas las partículas pueden ser
transmutadas en otras partículas. Pueden
ser creadas de energía y pueden transmutarse en otras partículas” o “desvanecerse
en la energía. Dónde y cuándo sucede
esto no podemos determinarlo (…) mas sí sabemos que está continuamente
ocurriendo.” (Brennan)
Dice Barbara Brennan,
aplicando estas teorías al nivel personal, que “si nos movemos al mundo de la
psicología moderna y el desarrollo espiritual, encontramos las viejas formas de
esto o aquello disolviéndose en la
forma de tanto esto como aquello. Ya no somos vistos como buenos o malos. Ya no sólo odiamos o amamos a alguien. Podemos sentir por la misma persona amor y
odio, y todas las emociones intermedias.
(…) Encontramos el viejo dualismo de Dios/Diablo disolviéndose en un
todo en el cual encontramos la
Diosa /Dios interna fundiéndose con el Dios/Diosa
externo. Cualquier mal no es el opuesto
de Diosa/Dios, sino la resistencia a la fuerza Dios/Diosa. Todo está compuesto de la misma energía. La fuerza Diosa/Dios es tanto negra como
blanca, tanto masculina como femenina.
Lo entiende a ambos, la luz blanca y el vacío negro y aterciopelado”.
Trascendiendo las
explicaciones basadas en el dualismo, se desarrolló el concepto de holograma, y
la ciencia empezó a entender el universo como “una red dinámica de patrones
inseparables de energía”. Y esta visión
incluye al observador como esencial. El
toca, transforma la realidad, no está fuera de ella. “Si el universo está compuesto de esa red,
entonces no hay partes. No somos partes
separables de un todo. Somos un
todo”, El concepto de holograma dice que
“cada pieza es una representación exacta del todo y puede usarse para
reconstruir el holograma completo” (Brennan). Muchos médicos están hablando de
la capacidad de regeneración presente en toda vida, la parte que se pierde
puede ser reproducida de nuevo.
El teorema de J. S.
Bell, publicado en el 1964, demuestra que “las partículas subatómicas están
conectadas de tal manera que trascienden espacio y tiempo, de forma que todo lo
que ocurre a una partícula afecta otras partículas. Este efecto es inmediato y no necesita tiempo
para ser transmitido” (Brennan). Cuando aprendamos cómo funciona esta conexión
instantánea habrá una revolución en como interactuamos y nos comunicamos,
entonces quizás podamos hacerlo sin lenguaje lo que limpiará bastante nuestra
comunicación de malentendidos y manipulación.
Quizás podremos verdaderamente entender lo que ocurre a los demás y a
nosotros, comprenderemos más profundamente.
Podremos ver más claro como nuestros pensamientos, sentimientos y acciones
afectan al mundo mucho más de lo que hemos previsto. (Brennan)
En un libro publicado
en 1981, Rupert Sheldrake propone una hipótesis sobre la cual se vienen haciendo
muchas investigaciones. Él dice “que
todos los sistemas están regulados no sólo por la energía conocida y por
factores materiales sino también por campos organizadores”, campos
morfogenéticos que “sirven como heliografías o dibujos de ejecución de forma y
comportamiento.” Cualquier sistema natural hereda una memoria colectiva. “Cada vez que un miembro de una especie
aprende un nuevo comportamiento, el campo morfogenético de la especie es
cambiado aunque ligeramente. Si el
comportamiento se repite mucho, su resonancia mórfica afecta a toda la
especie.” “La acción de este campo involucra acción a distancia tanto en
espacio como en tiempo” (Sheldrake). Si aceptamos esta hipótesis entendemos que
nuestra vida personal afecta la de los demás, que nuestro ejemplo contribuye al
cambio global. Que como se ha dicho
mucho “la mejor prédica es el buen ejemplo”.
Cada personalidad
humana tiene una profundidad de la cual puede NO ser consciente todavía. En esa profundidad todos poseen los medios
para trascender los estrechos límites de su propia personalidad y obtener el
acceso hacia otros dominios y otras entidades dotadas de un conocimiento más
profundo y más amplio.
Ahora bien, si me quedo
en la idea de qué soy, los seres humanos somos seres sociales, seres culturales, entonces estas teorías no tienen
ningún significado para nuestras vidas personales, no me impactan. Ahora, aún y hayamos sido capaces de crear la
sociedad más avanzada de todas las especies vivientes, seguimos siendo
animales, sigo estando formada por elementos naturales, oxígeno, hidrógeno,
organizada en moléculas, átomos y éstos, a su vez, en partículas más pequeñas,
que se organizan en tejidos, órganos, bla, bla, bla (¡qué newtoniano suena
todo!), al igual que el perro, la cucaracha, la planta, la piedra, etc.
Lo que la física, la
bioquímica, etc. descubren sobre la organización de la vida, los campos de
fuerza, el universo subatómico, tiene igual validez para mí, como para el medio
ambiente, o el mundo vegetal o mineral.
Lo que sí me dice mi
condición de ser social y cultural es que estoy programada, no soy un cuaderno
en blanco, estoy llena de inscripciones que dicen qué es la vida, cómo
funciona, para qué sirve todo, etc. Y
con esas programaciones formamos parte de la sociedad, entonces no puedo hacer
ahora, hoy, una sociedad cualquiera, sino ésta que existe ahora. Vamos cambiando dentro y lo de afuera en un
proceso dinámico. Creo que ahora estamos
en un cruce importante, más para saber cuál es el camino que salvará al planeta
y optar por él, creo que tenemos que operar transformaciones internas
profundas. Es necesario que volvamos
nuestros ojos hacia nuestro aspecto interno y encontremos ahí dentro los rasgos
que, en el mundo de afuera, consideramos como los obstáculos para lograr una
sociedad mejor. Y al localizarlos
dentro, con toda la riqueza terapéutica y espiritual que este tiempo nos
brinda, podemos desactivarlos y trabajar también afuera con ellos. “El cambio
personal sucede entonces cuando entendemos el origen de la programación
negativa de la que fuimos objeto, cuando sentimos todos los sentimientos
implicados (…) y luego perdonamos (soltamos) a esa fuente exterior de la negatividad
de la que aún sufrimos” (Pierrakos). Es en ese momento que se abren las puertas
de la prisión y soy libre. Dejo de ser
víctima y me hago responsable de mi vida.
En este proceso es el
amor el que quiero que me guíe. Si dejo que la rabia, el descontento, el deseo
de venganza me guíen, haré la guerra y la guerra exalta al enemigo y le da la
razón para destruir. Como recomienda el maestro Obi-Won Kenobi al discípulo
Luke Skywalker (en la película The Empire
Strikes Back), “don’t give in to hate” (no te entregues al odio). Bueno, porque el odio es el terreno en donde
el mal habita y del cual se nutre.
Entonces tan pronto cedo y opero desde mis emociones negativas alimento
el mal dentro y fuera de mí.
Ahora bien, el mal no
es el territorio de los malvados solamente. Todos somos malos y también buenos.
“El mal en el mundo es la suma total del mal que existe en todos los seres
humanos” (el mío incluido). Transmitía Eva Pierrakos que “el mal es intrínsecamente
un flujo de energía divina, distorsionada momentáneamente a causa de ciertas
imperfecciones, ideas y conceptos equivocados…” Cuántos ideales maravillosos,
han sido horrorosamente operacionalizados. Bueno, en fin, cuento algunas cosas.
Vivir espiritualmente o
desde la espiritualidad es, mas o menos, vivir más desde nuestra energía que
desde nuestra materia, es hacernos cada vez más conscientes de la vida que
fluye dentro y fuera de nosotros, de la belleza, de la misión, los miedos, necesidades,
deseos, carencias, excesos, fuerzas y debilidades. Y así entendiéndonos mejor a
nosotros mismos, entendemos mejor a los demás.
El
viaje interno no nos separa de la red, si la persona se separa es porque se
aliena, entonces no viajó adentro sino que se rindió a algo externo y se dejó
llevar. Dentro de todos los caminos hay
patologías. Caminar nuestro camino
conscientes, alertas, receptivos, y si nos equivocamos, aceptar, aprender y
continuar.
Bibliografía
Barbara
Ann Brennan, Hands of Light, Bantam
Books, USA, June 1988.
Eva Pierrakos & Donovan Thesenga, No temas el mal, Editorial Pax México,
México, 1994.
James
Redfield & Carol Adrienne, The Tenth
Insight. An Experiential Guide,
Warner Books, USA, 1996.
Ken Wilber, Un
Dios Sociable, Kairós, Barcelona,
septiembre 1988.
Roger Walsh, Prólogo en Ken Wilber, Un Dios Sociable, Kairós, Barcelona, septiembre 1988.
Rupert Sheldrake, Una nueva ciencia de la vida, Kairós,
Barcelona, 1985.